La niñera que cuidaba al hijo de Betiana había visto a Sánchez merodear el domicilio. Ella esperó y creyó que el hombre se había ido, pero en verdad estaba escondido.
Detalles conocidos con el correr de las horas sobre el femicidio de Betiana Calvo, ocurrido el sábado a la mañana en plena calle en Villa Centenario, son estremecedores y dan cuenta de que se trató de un asesinato planificado por su perpetrador, el enfermero del Ejército Argentino Agustín Sánchez, expareja de la víctima, que luego se suicidó en el mismo sitio.
Como lo había descripto y calificado NORTE en su edición de ayer, el suceso de calle José Mármol casi avenida San Martín tuvo características de una «emboscada», lo cual quedó ratificado al trascender parte de las declaraciones de una testigo directo: la niñera del pequeño hijo que Betiana y su verdugo tenían en común, de tan solo cinco años.
Consumado el asesinato seguido de suicidio, la escena mostraba el automóvil de Sánchez estacionado por avenida San Martín, en una ubicación que le permitía tener una visión directa sobre el domicilio de Betiana. Cuando ella, alrededor de las seis de la mañana del sábado, salía con su automóvil, él bajó del suyo y se acercó disparándole hasta que, al lado de la ventanilla del conductor, terminó de ejecutarla.
Sin embargo esa no era la disposición inicial del vehículo del femicida.
Según se supo, la niñera había llegado unos minutos antes del terrible hecho e identificó el automóvil de Sánchez estacionado a pocos metros del frente de la casa por calle José Mármol. La joven alertó de esto a Betiana, ya que en el proceso de separación en que se encontraba, varias veces su expareja había llegado hasta la casa y mantuvo fuertes discusiones con ella.
Al darse cuenta que fue visto, Sánchez decidió esconderse de la vista desde el interior del domicilio y con su auto Suran dio la vuelta a la manzana y esperó sobre la avenida San Martín, observando el frente de la casa de Betiana.
La mujer y la trabajadora salieron a la vereda y no vieron a Sánchez ni su auto, a pesar que él si las observaba.
Confiada, pensando en que el hombre se había ido, Betiana salió con su vehículo (debía ir a su trabajo en el Hospital Pediátrico), siendo sorprendida por el violento ataque, planificado y ejecutado a sangre fría por Sánchez, que inmediatamente después acabó con su vida de un disparo en la cabeza.
El hombre disparó un total de siete veces su Bersa.380, y esos siete disparos correspondían a las siete municiones faltantes de la caja de proyectiles que los peritos hallaron en su vehículo.
Betiana había denunciado a Agustín hace un mes y esperaba la entrega de un botón antipánico y una orden de restricción de acercamiento contra él que nunca llegó.
El hijo quedó a resguardo de un familiar de la madre.
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