30 de abril de 2024

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A puro cálculo | Norte Chaco – Diario Norte

Director periodístico
La definición de precandidaturas confirmó una apuesta audaz de Jorge Capitanich y la posición desafiante de Gustavo Martínez. ¿Está todo dicho entre los dos?
La presentación de listas de precandidatos para las elecciones provinciales de este año trajo las mayores novedades por el lado del peronismo, donde finalmente Jorge Capitanich armó su propuesta sin sus principales aliados de 2021, Gustavo Martínez y Domingo Peppo, y sin lograr el regreso al hogar de Juan Carlos Bacileff Ivanoff, su vice entre 2007 y 2015. Los tres inscribieron frentes propios que irán por afuera de la coalición gobernante. Si en los comicios primarios de junio superan el piso mínimo fijado por la legislación electoral (0,75% de los votos válidamente emitidos), también estarán en la elección general del 17 de septiembre, donde se definirán la gobernación, las bancas de la Legislatura y los cargos comunales en aquellos municipios que no desdoblen sus convocatorias locales.

De todas esas bifurcaciones, la que más concentró la atención en los días y horas previos al cierre de listas fue la de Martínez. Nadie sabía a ciencia cierta qué iba a suceder. Probablemente tampoco lo sabían el gobernador ni el intendente. Lo que sí se sabe es que conversaciones hubo, en todas las direcciones y entre todos los nombrados. Lo que faltó fue un margen para el acuerdo. 




Hay, también, la posibilidad de que a Capitanich simplemente no le haya interesado cerrar trato ni con sus ex socios ni con Bacileff. Es una especie de apuesta fuerte: cuenta con que esas vertientes no le resten demasiados votos peronistas en septiembre y con poder llegar al cuarto mandato sin la necesidad de resignar los espacios que hubiera tenido que entregar para sumar a aquellos dirigentes. Si le sale bien, será empezar el nuevo período con depuración automática, acompañado solo de los más leales.

En el coquismo, el premio mayor -además de agregarle otros cuatro años a la estadía en el poder- sería ver a Martínez con su barco agujereado en la línea de flotación. Gustavo también se juega mucho. Ya desistió de buscar la reelección en Resistencia y Elida Cuesta es la nueva candidata en la capital. Si ella no gana, a fin de año quedaría en el llano, sin la presidencia de la Legislatura, que hoy ocupa, y sin el cargo comunal que su esposo dejará en diciembre. Martínez mismo, lanzado a la gobernación, está apostando a todo o nada con su nominación.

La manera en que ambos movieron sus fichas puede, también, dejar a los dos con las manos vacías. Martínez no parece tener demasiadas chances reales de estar en septiembre entre los dos más votados para la gobernación (lo lógico es pensar que allí estarán Capitanich y el candidato que surja de la interna de Juntos por el Cambio), pero sí podría quedarse con una porción del electorado oficialista suficiente para herir de muerte el proyecto reeleccionista de JMC. Un final que sería la remake política de «La guerra de los Roses».

La existencia de ese riesgo es la que alimenta la idea de que todavía hay espacio para un entendimiento. Pero el  pasillo por el que debería pasar el acuerdo es mucho más estrecho. Porque en esa hipótesis, ¿qué podría ofrecerle Capitanich a Martínez? Candidaturas provinciales ya no, están cerradas. ¿Los espacios en la lista para diputaciones nacionales, que todavía no están definidas? Prácticamente imposible. Este año el Chaco renueva solamente tres bancas en el Congreso. Si el peronismo provincial lograra ganar, se quedaría con dos. Si pierde (y el Frente de Todos no viene precisamente entusiasmando a nivel país), apenas una. Y también una si en la eleccion nacional de octubre una tercera fuerza se mete en la conversación grande en nuestra provincia. Además, y como para achicar todavía más las probabilidades de un arreglo, Capitanich no definirá esas candidaturas sin la aprobación de Cristina Kirchner y su muchachada. Gustavo, crítico del kirchnerismo, tiene tantas posibilidades de pasar ese examen como las que tiene la plaza 25 de Mayo de ser elegida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.




Con las cartas repartidas de esa manera, el pequeño espacio donde todavía late la probabilidad de un trato está relacionado con los cargos en la estructura gubernamental. Si a Capitanich le llegara a parecer necesario arreglar con Martínez, podría ofrecerle volver al equipo del Ejecutivo. Antes de ser intendente, y con Capitanich como gobernador, fue ministro de Ordenamiento Territorial y presidente de Sameep. Sería un trato más modesto que el que habría tenido en mente Gustavo hasta el mes pasado (siempre se dijo, y nadie lo desmintió, que aspiraba a que él o Cuesta acompañaran a «Coqui» en la fórmula para gobernador y vice, más algunos espacios en la lista parlamentaria), pero la necesidad puede tener cara de hereje. Para él, para Capitanich o para los dos. Dependerá, seguramente, de la marcha de la campaña, de lo que digan las encuestas (que no estuvieron ausentes en la decisión reciente de Jorge Milton) y de la percepción de los protagonistas.

Mientras tanto, los factores que conspiran contra una reedición de la sociedad de elecciones anteriores son abundantes. A los ya mencionados se agregan el aliento a la ruptura que desde hace tiempo practican muchos referentes coquistas y la imposibilidad de incluir en cualquier negociación espacios nacionales posteriores a la elección federal. Ofrecer un lugar en el gobierno nacional para después del 10 de diciembre, hoy por hoy, no difiere mucho de jugar a la quiniela apostándole dinero a una letra. 

No obstante, la política es el arte de lo posible. Y en estas lides, además, lo posible puede incluir transacciones políticas que homenajean al ingenio criollo. 




Con los otros frentes conducidos por peronistas la situación es diferente. La alianza encabezada por Peppo no es considerada en el coquismo como una amenaza significativa. En el caso de Bacileff, se impuso la idea de que un acuerdo con él era gastar mucho -en materia de espacios- para incorporar a un sector que los sondeos en manos del gobierno dicen que le restará más votos al radicalismo y otras fuerzas opositoras que al PJ. Entonces, creen, es más conveniente dejarlo suelto en las elecciones que incorporarlo.

Con la UCR no hubo demasiadas sorpresas. Juan Carlos Polini y Leandro Zdero desistieron de cerrar trato y dirimirán en las PASO quién se queda con la candidatura a la gobernación. La interna genera optimismo en el gobierno, porque creen que dejará heridas y que en la general una buena parte del sector que pierda se quedará en su casa en lugar de aportar a la campaña de Juntos por el Cambio. A eso suman que la confrontación puertas adentro consumirá recursos que luego faltarán para la definición de septiembre. 

En el radicalismo algunos piensan lo mismo y otros lo ven como un camino que está revitalizando al partido. «En las reuniones a las que antes iban treinta personas ahora van cien», decía a fines de abril un legislador de JxC. Polini y Zdero, conscientes de que van a subirse al ring pero ninguno puede darse el lujo de destrozar al otro, acordaron de palabra regular el tono de la campaña y jugar con botines sin tapones. Pero no todo es tan zen, porque algunas figuras no estarían alineándose con el fair play.

Fuera de los «grandes», hay todo un mundo de opciones. En total los chaqueños encontrarán en las elecciones de junio una decena de candidatos a gobernador, más de veinte boletas para diputaciones y arriba de doscientas contando todas las opciones comunales en los municipios del Chaco. 

En Resistencia la oferta también es amplia. Están, entre otros, la ya mencionada Cuesta, Aída Ayala, Roy Nikisch, Diego Arévalo, Juan Manuel Chapo y Carlos Alabe. La competencia incluye a Eduardo Aguilar y a Gustavo Olivello, que duraron un suspiro como aliados y anunciaron un divorcio fulminante. Aguilar dijo que se intentó impedirle que denunciara «mafias» y el otro sector sostiene que la separación llegó porque el ex senador no apoya a Javier Milei para presidente sino a Juan Schiaretti.

Esto recién empieza.

Director periodístico. 

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