16 de mayo de 2024

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Subrogación de vientres: un caso en España reavivó la polémica

El embarazo por encargo genera miles de preguntas Foto archivo
El embarazo por encargo genera miles de preguntas. /Foto: archivo.

En las últimas semanas, la nueva bebé de la actriz y conductora española Ana Obregón volvió a poner sobre la mesa el debate de la subrogación de vientres; una polémica que encuentra sus paralelismos en las discusiones en torno al trabajo sexual y que comprende aristas que van desde la bioética hasta la mercantilización de los cuerpos gestantes.

Hoy en día esta práctica reproductiva, que aflora en la imaginación todo tipo de interrogantes y fantasías distópicas, existe bajo distintas variantes. Hay quienes “donan” su útero de forma alturista, para que familiares o amigos puedan engendrar en sus cuerpos a sus bebés. Por ejemplo: una amiga le “presta” su útero a otra que no tiene ese órgano. O bien, hay quienes negocian (dentro de lo posible) sus capacidades reproductivas, con una clínica de por medio. En ese caso, a esta persona gestante se le implanta un embrión fertilizado In vitro a través de la adquisición (por dinero o donación) del esperma y el óvulo de terceros. Esta nueva actividad lucrativa está prohibida en países como España, donde las parejas viajaban a Ucrania -antes de la guerra, claro está- a gestar sus bebés en clínicas de maternidad (a un costo de entre 40 mil y 60 mil dólares) o a Florida, en Estados Unidos, donde sale entre 100 mil y 200 mil dólares.

Obregón no fue ni será la única celebrity en haber hecho nacer a un bebé a través de este método. Los vernáculos Flavio Mendoza, Marley, Luciana Salazar y el chef Germán Martitegui; las Kardashian, Ricky Martin, Paris Hilton, Lucy Liu, Nicole Kidman, Miguel Bosé y Sarah Jessica Parker son solo algunos de los y las famosas que también lo han contratado.

Sin embargo, el caso de Obregón irrumpió como un tsunami mediático. En principio, por su edad: ella tiene 68 años. (Lo cual es mucho menos que los 82 con los que el doctor Alberto Cormillot tuvo a su último hijo).

Pero, sobre todo, por un detalle: la bebé fue gestada con el esperma del hijo de Ana, Aless, que falleció hace tres años, y que tuvo como última voluntad darle a Obregón una nieta, aunque él estuviese muerto. El remate de esta escena fue una fotografía que le tomaron a ella saliendo del hospital en silla de ruedas, con la bebé en brazos. Aunque esto se debe a una disposición protocolar de la clínica donde nació Ana Sandra (el nombre de la heredera), los significados alrededor de esta imagen son potentes. Y las preguntas que se abren en torno a ella, también.

¿Ser padre o madre es un derecho o un deseo? ¿Se abrió para los ricos un nuevo bien lujo que el mercado de la fertilidad les puede cumplir: la posibilidad de engendrar hijos post-mortem? ¿Quiénes son las mujeres que ponen el cuerpo para que otras con mayores privilegios económicos cumplir estas fantasías reproductivas? ¿Qué pasa si ellas deciden abortar en medio del proceso de gestación? ¿Cuáles son las tensiones éticas que entran en juego en esta práctica, que en nuestro país cae en un vacío legal y que personajes como Milei quieren legalizar? ¿Cómo el Estado puede regular esta práctica, para evitar que sea el mercado el que ponga las reglas, profundizando la desigualdad entre quienes compran el servicio y quienes proveen el útero?

Una mirada desde la literatura

Paula Puebla es una escritora argentina autora de “El cuerpo es quien recuerda”. Ella se inspiró en el “horror” y “lo siniestro” que le genera este tema para escribir esta novela, donde una mujer nacida a través de subrogación quiere encontrar a quien la gestó. Dentro de este universo literario, para Puebla quienes son gestados de esta forma viven alrededor del mundo “con sus identidades incompletas, mancilladas, perforadas”.

Se reabri el debate por la subrogacin
Se reabrió el debate por la subrogación.

“Comencé a imaginar las preguntas que, eventualmente, podría formularse una generación de personas nacidas a través del alquiler de vientres”, comenta Puebla acerca de cómo surgió este texto.  “En especial, interrogantes que tuvieran que ver con el tema de la identidad, algo que a nivel global parece arrasar con cualquier otra distinción, y que en países como Argentina, donde hubo dictaduras militares con robo y apropiación de bebés, tiene resonancias más siniestras y menos marketineras”, concluye.

“Para poder pensar en serio en temas complejos como este, hay que dejar de aplicar el modelo de la pobre víctima explotada que debe ser rescatada tan instalado en un gran sector del feminismo. Y hay que dejar de usar comparaciones que no corresponden, como los embarazos forzados por violación o las mujeres a quienes les quitan sus hijxs”, asegura María Luisa Peralta, que se encuentra en el polo opuesto del debate. “Es como cuando se discute el derecho a la identidad de personas concebidas con gametas de donantes anónimos comparándolo con la situación de lxs hijxs de detenidxs-desaparecidxs apropiadxs durante la dictadura del ‘76”, señala. Ella es activista del colectivo LGBTIQ desde los 90, investigadora e integrante de Akahatá – Equipo de trabajo en sexualidades y género, donde se dedica especialmente a la incidencia ante la OEA y la ONU. Como bióloga, su activismo busca desmontar el reduccionismo biológico, el bilogicismo y el determinismo.

Puebla insiste en ser consecuente con lo que se dijo cuando se apoyaba la legalización del aborto: «Estar embarazada y gestar no es sinónimo de ser madre. Y a la inversa: no es requisito gestar para ser madre. Insistir en que las subrogantes son madres de esos bebés es también negar que la maternidad sin gestación es una maternidad real».

“Las posturas que pretenden prohibir la práctica desde la indignación moral sólo aumentan el estigma sobre las gestantes y las madres y padres comitentes, además de contribuir a que no haya una exigencia de legislación y de favorecer la clandestinidad y con ella los abusos que toda clandestinidad propicia y la falta de instancias de denuncia y control”, remarca.

Los sentimientos de la madre y el bebé

Aldana Contrera es puericultora (MP 83141) y su hermana, Ileana Contrera, es psicóloga especialista en infanto-juvenil (MN 42050). Juntas son parte de @lazonatal, un espacio de acompañamiento de puerperios, lactancias y crianza que tiene su correlato en Futurock, donde llevan adelante columnas semanales. En diálogo con Télam, ambas proponen desde sus campos y práctica distintas miradas que tensionan los prejuicios esencialistas que establecen que “ser mamá es quien da a luz”.

Sobre las consecuencias para la madre y su hijo, Aldana describe: «Es cierto que a nivel fisiológico y biológico, tanto ese bebé gestado como esa persona que puso el cuerpo para la gestación, desean encontrarse. A nivel biológico y a nivel endócrino están preparados para encontrarse. Por eso atraviesan una una serie de cambios hormonales que les van a permitir, de algún modo, identificarse. Pero también es cierto que no somos puramente biología, no somos puramente fisiología. Porque si no, estamos rozando discursos similares a los que tienen los autodeterminados “ProVida”, que hablan de “esa madre” y “ese hijo”».

También argumenta: «Estamos de acuerdo, con la legalización del aborto, que ahí no hay una madre y ahí no hay un hijo. Porque lo que le da lugar a un hijo es el deseo. El deseo de no sólo de gestarlo, sino también de cuidarlo, de mantenerlo con vida y de proveerlo de bienestar una vez que nazca. Entonces, al menos desde mi parte, me parece complejo hablar de “hijo” y hablar de “madre”, más allá de que para la ley argentina, madre es quien gesta».

La especialista sostiene que es complejo decir que esos niños van a acarrear con un trauma o una herida. «Si bien sabemos que existe el estrés por separación del cuerpo gestante, también sabemos que eso no es destino. Sino, estaríamos dicidendo que los niños y niñas adoptados y adoptadas cargarán de por vida una marca que él les funcionará de destino trágico», define. 

La guerra de Ucrania puso de manifiesto la tendencia de familias argentinas que van a ese pas para tener a sus hijos en vientres subrogados
La guerra de Ucrania puso de manifiesto la tendencia de familias argentinas que van a ese país para tener a sus hijos en vientres subrogados.

Por su parte Ileana Contrera reconoce que para un bebé es una experiencia terrible ser separado del cuerpo de quien lo gestó. «Esto, sin embargo, es algo que sucede mucho más de lo que nos gustaría creer. Bebés y madres son efectivamente separados de manera casi sistemática al nacer. Esto no está bien, por supuesto, y no debería ser así. Pero esto es algo que sucede», insiste. Y agrega: «Hay que tener mucho cuidado cuando nosotros transmitimos, en tanto profesionales de la salud o en tanto comunicadores, qué terrible que es para este bebé ser separado del cuerpo de quién lo gestó. Porque es cierto que esto es terrible, pero ojo con dar el siguiente paso, que es decir: esto va a dejar en ese niño o esa niña una marca indeleble de separación, una herida imposible de curar, una patología mental».

Aldana Contrera va más allá: «Así como podemos sostener que una persona puede tener la decisión de, por algún motivo, interrumpir un embarazo (y ese motivo pueden ser millones de variables), podemos pensar que alguien puede querer acceder la paternidad/maternidad de una forma, quizás, distinta a la adopción. Por supuesto que en líneas generales, vamos a estar todos y todas de acuerdo en que la adopción pareciera ser lo mejor de todas las opciones. Es como un doble ganancia: un niño o niña, que ya no tiene madre, padre o familia de origen que lo cuide, va a encontrarse con una persona que desea criar y cuidar a un niño o niña».

Sin embargo, reconoce: «Las personas no somos ni únicamente fisiología ni únicamente razón. Entonces, puede haber un montón de motivos que lleven a esa persona a querer acceder a la maternidad o a la paternidad a través de estos métodos y yo, al menos aún trabajando con la infancia, con el embarazo y con la paternidad y maternidad, no me siento en condiciones de decirle una persona de qué manera debería desear».

La historia de la espaola fue tapa de los medios del mundo
La historia de la española fue tapa de los medios del mundo.

Respecto de la valoración de la subrogación, Aldana no está de acuerdo con el concepto de la sobrogación  como compra de un ser humano. «Desde mi punto de vista podría decir que no, lo que se está pagando es el acceder a no la maternidad o paternidad a través de determinado medio. Podríamos decir, el servicio. Así como una persona que va a un banco de donación o a una clínica de fertilidad y paga de manera particular, o a través de su obra social o del Estado, un tratamiento de fertilidad asistida. No está comprando un niño. Está pagando por un tatamiento que le va a permitir, por ejemplo, gestar o conseguir un óvulo si no tiene», explica. 

“Las mujeres que llevan adelante embarazos para otras personas no son víctimas, no están siempre en la extrema pobreza (lo hacen mujeres pobres y también de clase media) y sobre todo: no son madres de esos fetos/bebés. Cuando se les da oportunidad de hablar y ser escuchadas, ellas mismas lo dicen claramente”, sostiene Peralta .

El caso de Ana Obregón hizo que este tema vuelva a instalarse en los medios y es un debate que, al menos dentro de los feminismos, se perfila como uno de los más interesantes de los próximos años. Sobre todo en un contexto de recrudecimiento de las derechas neoliberales, donde personajes Milei que ven el cuerpo de las mujeres como incubadoras deshumanizadas, que pueden ser rematadas y vendidas según las leyes del mercado. Por eso, esta práctica exige trascender los casos particulares, como el de Obregón, Marley o Luciana Salazar, para pensar y exigir propuestas legislativas que contemplen los derechos y cuidados integrales de las mujeres gestantes, contemplándolas como sujetas agenciadas, por fuera de miradas moralizantes y esencialistas.


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