19 de abril de 2024

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Presentan un libro sobre la historia y el recorrido del cine coreano en la Argentina

Ma Dongseok en Ciudad sin ley de Kang Yoon Seong
Ma Dong-seok en «Ciudad sin ley», de Kang Yoon Seong.

El fenómeno de la cinematografía coreana tomando como eje su impacto local sustenta el libro «Cine Coreano en Argentina: Una historia de película», presentado en Buenos Aires por el Centro Cultural Coreano con foco en compilar historias, reseñas, análisis e ilustraciones que narran la vinculación entre ambos países a partir del séptimo arte.

Como parte del festival Han Cine, que se desarrollará entre el 1 y el 7 de septiembre en el Cinemark Palermo, y compilado por Gabriel Pressello, el volumen está disponible de forma gratuita en formatos digitales y habrá partidas impresas para bibliotecas, sorteos y entregas.

Con plumas reconocidas de programadores, directores, periodistas especializados y referentes de la industria, la compilación tiene artículos de Quintín, Andrés Di Tella, Javier Porta Fouz, Alejandro Cacetta, Benjamín Naishtat, Diego Batlle, Rolando Gallego, Pablo Manzotti, María Fernanda Mugica, Javier Ponzone, Bowha Han, Paula Didier y Andrés Duprat.

Parasite de Bong Joonho
«Parasite», de Bong Joon-ho.

También escribieron Diego De Ángelis, Hugo Sánchez, Leonardo D’Espósito, Diego Brodersen, Ángela Chae, Fernando Lima, Marcelo Alderete, Sung Moon, Jorge Bechara Christian Basso, Tamae Garateguy, Sofía Ferrero Cárrega, Jung Eun Lee, Diego Lerer, Mariano Ojeda, Crítico Cítrico, Juan Álvarez Branda, Manuel Mamud, Hernán Panessi, Natalia Trzenko, Ayelén Zabaleta, Marcela Soberano, Tomás Linch, Federico Poore y Horacio Marmurek.

El trabajo tiene como meta «servir como entrada al cine coreano para la gente que no sabe sobre el tema y para que los que sí lo conocen puedan descubrir historias de las que no se habían enterado», contó Pressello en diálogo con Télam.

«Todos los textos tienen la característica de ser breves y tomarse al cine coreano desde distintas aristas: hay análisis de películas y sobre directores pero también sobre el fenómeno del cine coreano cruzado con otros fenómenos como el K-Pop, gastronomía del lugar, series locales y cine de género», detalló el gestor cultural y encargado de relaciones institucionales y prensa del Centro Cultural Coreano.

El equipo de autores del libro acerca del cine coreano en la Argentina
El equipo de autores del libro acerca del cine coreano en la Argentina.

Télam: ¿Qué tipo de datos aporta el trabajo?

Gabriel Pressello: El libro funciona para rescatar muchas historias personales, anécdotas y situaciones que se dieron en cuanto al ingreso del cine coreano a Argentina. Sirve mucho al público cinéfilo para saber aspectos desconocidos o desordenados del tema. Se recuperan historias de los primeros Bafici y festivales de Mar del Plata, que es donde apareció el cine coreano acá, y que muchas veces son historias perdidas de personas que, por accidente, se involucraron de alguna manera con esto. Es una especie de registro histórico de muchas situaciones y personas involucradas con el cine coreano en Argentina. Un caso testigo de cómo se genera un fenómeno cultural en el país: cómo vemos cine, cómo ingresan nuevos consumos y cómo los tomamos y hacemos circular. También sobre cuánto de eso se genera a partir de políticas y de la casualidad.

T: ¿Qué tiene de característico el cine coreano respecto de otros cines del mundo y en relación con culturas más cercanas como Japón?

GP: Creo que el cine japonés es, por decirlo de alguna manera, muy japonés. Y Corea supo tomar un código global de cine, más en términos «Made in Hollywood», pero dándole su impronta característica nocional, lo que hizo que se pueda expandir mucho más porque es accesible a todo el mundo, por compartir ese código de base. Sobre eso, le da un valor agregado que hace que se refresquen los géneros y las historias, que habríamos considerado vistas si vinieran de Hollywood pero al ser en Corea, con su cultura, se renovó todo e hizo mucho más atractivo al cine coreano por darle su diferencial respecto de otros cines, que son mucho más localistas. Corea supo mezclar bien el código global con el local.

T: ¿Por qué se da el auge actual de la cultura coreana a nivel internacional entre los jóvenes con el K-pop y el cine y por qué se da también en Argentina en particular?

GP: Corea piensa su industria cultural como una política que lleva adelante: nosotros en el Centro somos parte de eso, su expresión argentina, pero Corea tiene la conformación de un star system sólido que va vinculando al cine con otras disciplinas artísticas, por lo que todo se refuerza y está bastante bien pensado para generar productos exitosos.

T: ¿Cómo es el consumo interno de cine en Corea?

GP: Es uno de los pocos países en el mundo que ve más cine local que extranjero, que mayoritariamente es de Hollywood. En la última década, de todas las películas que fueron a ver los coreanos, más de la mitad eran nacionales. En Argentina, con suerte, llega al 10 por ciento. El público coreano además es la población que más veces va al cine per cápita en en el mundo. Un coreano va promedio 4,5 veces al año y un argentino, 1,1.

T: Más allá la popularidad reciente el cine coreano, ¿qué relevancia tiene para este cine el fenómeno Bong Joon-ho?

GP: El éxito de «Parásitos» en términos de galardones vino a concretar algo que ya existía y le faltaba el broche de oro: es la legitimación de algo que ya estaba funcionando y era un hecho; le faltaba el último aval de los Oscar para romper ese último cerco. Es la concreción de todo un trabajo de la nueva ola de directores coreanos que triunfó hace 20 años: Bong Joon-ho, Park Chan-wook, Hong Sang-soo, Kim Ki-duk y Lee Chang-dong. El éxito de «Parásitos» sirvió para darle más masividad. Las nuevas tecnologías y los contenidos de todo el mundo favorecen eso y hace que el público se anime a consumir otras cosas.

T: ¿Cómo es el entramado institucional de Corea para promover su cine en nuestro país?

GP: El Centro Cultural depende de la Embajada de Corea y, a la vez, forma parte del Ministerio de Cultura del país, y en los últimos años hizo mucho énfasis en la industria del entrenamiento, con el «Hallyu», que es la ola coreana a partir del Siglo XXI. Empezó como algo ocasional armando ciclos de cine hasta que empezamos con el festival Han, ya no para un público especializado sino para llegar el gusto masivo. Y nos fuimos vinculando con el tiempo con el Incaa, con DAC, Cinear y el festival de cine de Mar del Plata y el Bafici.

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