El partido opositor le pidió a Pashinián que abandone el poder.
En medio de una crisis institucional sin precedentes, el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, denunció ante miles de simpatizantes un intento de golpe militar a su gobierno, mientras la oposición sigue cargándole la responsabilidad por la derrota frente a Azerbaiyán en Nagorno Karabaj.
El Ejército reclamó la dimisión de Pashinián tras la decisión de pasar a retiro al número dos del Estado Mayor, Tigran Jachatrian, lo que para el gobernante constituyó «un intento de golpe de estado».
Sin embargo, no se registró ningún movimiento de tropas y el Ministerio de Defensa, por su parte, consideró «inaceptable meter [al Ejército] en procesos políticos», informó la agencia de noticias AFP.
Al denunciar el intento sedicioso, Pashinián instó a los generales a cumplir sus órdenes, durante un discurso ante cerca de 20.000 simpatizantes concentrados en la plaza de la República de Ereván.
El Ejército «debe obedecer al pueblo y a las autoridades electas», declaró ante los vítores de la multitud. «Son mis órdenes y nadie puede desobedecer», agregó.
En tanto, a un kilómetro de allí, entre 10.000 y 13.000 manifestantes de la oposición reclamaban la dimisión del primer ministro, de 45 años, que llegó al poder en la primavera de 2018 tras una revolución.
Algunos manifestantes acamparon en la noche ante el parlamento decididos a permanecer hasta la dimisión de Pashinián, al que responsabilizan de la derrota militar frente a Azerbaiyán en el conflicto de Nagorno Karabaj, entre el 27 de septiembre y el 10 de noviembre de 2020.
«¡Nos quedaremos aquí! Que venga [el primer ministro] y le dictaremos nuestras exigencias», proclamó Vazgen Manukian, al que la oposición quiere poner al frente de un nuevo gobierno.
Los opositores se atrincheraron con contenedores de basura, mientras agentes antidisturbios se desplegaban en gran número en la zona.
Aludiendo a sus detractores, el primer ministro había hecho horas antes un llamado al diálogo, aunque amenazó con «arrestar» a quienes vayan «más allá de las declaraciones políticas».
Esa guerra de seis semanas en Nagorno Karabaj, en rigor un nuevo episodio de un conflicto recurrente desde hace 30 años, fue el punto de partida de la crisis que pone en jaque al gobierno de Pashinián, quien llegó al poder hace dos años tras encabezar una serie de protestas contra la élite política acusada de corrupción.
Pashinián es la primera autoridad importante del país que no tiene un vínculo personal o político fuerte con Nagorno Karabaj y no lo respalda un partido político sino una alianza de agrupaciones surgidas originalmente como organizaciones civiles.
La firma del alto el fuego, auspiciado por Turquía -un declarado enemigo de Armenia, que aún se niega a reconocer el genocidio de 1915- y Rusia, generó muchos enojos en el frente interno.
Además, a tres meses del alto el fuego todavía se desconoce la situación de algunos prisioneros de guerra que no volvieron al país y hay una escasa información de los muertos y desaparecidos.
En una reciente entrevista Pashinián dijo que los misiles rusos de los sistemas Iskander «no detonaron del todo o lo hicieron al 10%» en Nagorno Karabaj en los combates con Azerbaiyán.
Esto generó un profundo malestar dentro del Ejército armenio, que mantiene una buena relación con su par ruso y que ve su presencia como fuerza de paz en Nagorno Karabaj como una contención ante el apetito declarado de más tierras por parte de Azerbaiyán, confió un dirigente de la diáspora armenia a Télam.
Jachatrian se burló de las declaraciones del primer ministro y, como represalia, este lo despidió. La reacción de unos 40 oficiales militares fue una declaración exigiendo la renuncia de Pashinián, que consideró al gesto como un intento golpista.
El gobierno controlaba la situación, sobre todo porque contaba con el apoyo del Estado Mayor que, tras el final de la guerra, había aceptado junto al primer ministro las condiciones de un alto el fuego negociado por el presidente ruso, Vladimir Putin, y que implicaba importantes pérdidas territoriales para Armenia, agregó AFP.
La situación interna de Armenia encendió las alarmas en Rusia. Putin reclamó que «la situación se solucione en el marco de la ley», tras una conversación telefónica con el jefe de gobierno, según el Kremlin.
La Unión Europea (UE) dijo por su parte que monitorea la situación y pidió al Ejército armenio que se mantenga «neutro sobre cuestiones políticas».
El principal partido de oposición al gobierno de Pashinián, Armenia Próspera, consideró que tiene una «última oportunidad» de dimitir sin «llevar al país a una guerra civil».
Y la influyente Iglesia Apostólica armenia pidió a las fuerzas políticas que lleven a cabo «negociaciones por el bien de la patria y del pueblo».
Desde su independencia tras la caída de la Unión Soviética en 1991, Armenia atravesó varias crisis políticas y revueltas, algunas muy violentas
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