En una clase de diseño industrial, Tiago Ares supo que en Finlandia, uno de los países con menor tasa de mortalidad infantil, el gobierno entregaba moisés, ropa y juguetes a embarazadas y pensó que algo parecido podría hacerse en Argentina. Tres años después nació el Plan Qunita y las muertes de bebés se redujeron un 8,5%. Con la llegada del macrismo, el juez Bonadío ordenó destruir todos los kits. Tiago nunca se enteró: había muerto un año antes, a los 25, de cáncer de colon. Como si todavía tuviera mucho por decir, como si fuese un refugio de la enfermedad y las internaciones, en los últimos meses de vida completó cuadernos enteros con dibujos de personajes espaciales y una frase: «el que afloja pierde».
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