A L-Gante lo quisieron mostrar como el hijo pródigo de Conectar Igualdad o, de forma opuesta, como el fruto podrido de un plan para regalar computadoras y ganar votos. Pero en “su mundo” existe un dinamismo, una intensidad y una complejidad que no ven las tentativas de capturar la existencia desde arriba. “La política no sólo es ciega respecto de los tipos como L-Gante. La opacidad que reviste el fenómeno a sus ojos es el indicio de una frontera de clase”, explica Pablo Semán.
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